“Corregir la brecha de género en las pensiones es fundamental para resolver otras gravísimas, como la de la pobreza y la vulnerabilidad social”
La profesora titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) Carmen Grau Pineda analiza en la plataforma de divulgación científica ‘The Conversation’ las diferencias en las pensiones entre hombres y mujeres.
En el artículo, titulado ‘Por qué las mujeres cobran menos y tienen peores pensiones: ¿brecha o ceguera de género?’, Carmen Grau plantea que la brecha salarial que existe entre hombres y mujeres en España está cuantificada en un 12%, mientras que la media europea se sitúa en torno al 14%. Sin embargo, pasa desapercibida otra brecha de género aún más ancha, la brecha pensional, cuantificada en España en torno al 34%, lo que supone “la sexta mayor cifra de la UE, donde la media se sitúa en un 37%”.
La profesora señala que ”vincular las pensiones a las trayectorias laborales o ampliar los periodos de cotización necesarios para acceder a las pensiones perjudica principalmente a las mujeres. Ellas cotizan un 40% menos que los hombres y suelen tener cotizaciones menores en su vida laboral activa”.
Sin embargo, no se trata de un problema de falta de regulación “Nadie pone en duda la igualdad formal que garantiza la Constitución, lo que queda por conquistar es la igualdad real. En pleno siglo XXI las mujeres deben poder incorporarse al mercado de trabajo sin sufrir sesgos de género como la informalidad, la precariedad o la parcialidad”.
Carmen Grau reivindica la urgencia de dotar de una interpretación de género a los sistemas de protección social, señalando que hasta la fecha las reformas efectuadas “han resultado ya no regresivas sino ‘ciegas’ a la perspectiva de género”.
En España las pensiones de jubilación y las de viudedad son una buena herramienta para observar las diferencias de género en el sistema de pensiones.
Las pensiones contributivas de jubilación de las mujeres españolas apenas representan una pequeña porción de las pensiones de este tipo que concede el Sistema de la Seguridad Social y, además, son de menor cuantía que las de los hombres.
En 2019 el Sistema de la Seguridad Social pagaba casi 10 millones de pensiones en el Régimen General de la Seguridad Social (RGSS), de las que 6 millones son pensiones de jubilación: el 63,25% corresponden a hombres y el 36,75% a mujeres.
Las nuevas jubiladas siguen cobrando pensiones inferiores a las de los nuevos jubilados. No obstante, la diferencia entre ambos importes (1 480,30 euros al mes para los hombres y 1 155,14 para las mujeres en 2019) y el número de nuevas altas (más del millón y medio de hombres frente a poco más del millón de mujeres en 2019) se han ido reduciendo progresivamente.
La pensión de viudedad es una pensión derivada que genera la persona que fallece y que, según las estadísticas demográficas, suele ser el hombre por contar con una esperanza de vida inferior a la de las mujeres. Estas pensiones representan un 24,2% del total. Estas pensiones percibidas por mujeres tienen un importe medio superior a las de los hombres, básicamente porque son pensiones derivadas y no propias. También son superiores a los de las pensiones generadas por los aportes propios del trabajo de la mujer para su pensión de jubilación.
Estamos ante una brecha de género en pensiones invertida. De los poco más de 2 millones de pensionistas por viudedad que había en 2019, el 84% eran mujeres. El importe medio de las pensiones de viudedad de las mujeres rondaba los 810,49 euros/mes, mientras que el de los hombres apenas superaba los 465,25 euros/mes.
Las pensiones de viudedad gozan de gran protagonismo en el debate sobre la modernización del sistema de pensiones.
En las últimas modificaciones normativas no se han tenido en cuenta los efectos de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Probablemente será preciso esperar a que la incorporación femenina al mercado laboral alcance mayores cotas que las actuales para su modificación.
“La pensión de viudedad ha cumplido la función que le fue asignada hace 50 años, pero no tiene sentido mantenerla para mujeres que no han estado sometidas al clásico reparto de roles: trabajo productivo (el hombre como proveedor) vs. trabajo reproductivo (exclusivo de las mujeres)”.
Desde la instauración de las prestaciones no contributivas las mujeres han sido el principal colectivo beneficiario de estas pensiones.
En 2019, y manteniendo una constante a lo largo de casi tres décadas de abono de estas pensiones, las mujeres han constituido el 65% de los perceptores, y si hablamos de pensiones no contributivas por jubilación, ese porcentaje se eleva hasta el 75%
Estos porcentajes muestran el peaje que tuvieron que pagar las mujeres en una sociedad machista que les impidió bien integrarse en el sistema, bien obtener el número de cotizaciones suficientes para acceder por sí mismas a la protección que proporciona el Sistema de Seguridad Social.
La profesora finaliza señalando la necesidad de contar con un compromiso férreo para superar definitivamente cuantas brechas de género existen, y de apostar por medidas compensatorias de las diferencias. “Corregir la brecha de género en las pensiones es fundamental para resolver otras gravísimas, como la de la pobreza y la vulnerabilidad social”.
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Fuente: ulpgc.es