Durante el estudio, liderado por el grupo EOMAR del IU-ECOAQUA, se retiraron 3.667 objetos con un peso de 321 kilogramos, excluyendo los objetos de madera. De ellos, el 97,7% eran plásticos, siendo los más abundantes las botellas PET de bebidas.
El análisis ha permitido constatar que las corrientes marinas determinan la llegada de una gran cantidad de residuos al Archipiélago provenientes del tráfico marítimo en el Atlántico
El artículo titulado “Primer inventario de basuras marinas en la isla de Alegranza, una isla deshabitada del Atlántico Noreste”, publicado en la prestigiosa revista científica Marine Pollution Bulletin y en el que han colaborado las investigadoras del grupo de Ecofisiología de los Organismos Marinos (EOMAR) del Instituto Universitario de Acuicultura y Ecosistemas Marinos Sostenibles (IU-ECOAQUA) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Alicia Herrera, Ico Martínez y May Gómez; junto a Alexis Rivera de WWF España y Teresa Moreno del Instituto de Formación Profesional Marítimo Pesquero de Canarias, recoge las investigaciones realizadas en seis expediciones a la isla de Alegranza.
Unas campañas desarrolladas entre los meses de julio a octubre del 2020 gracias a la colaboración de WWF y la Asociación para la Conservación Medioambiental Latitud Azul, y los permisos concedidos por el Cabildo de Lanzarote y el Ayuntamiento de Teguise (Lanzarote), cuyo objetivo ha sido llevar a cabo la recogida y posterior clasificación de las basuras marinas que llegan arrastradas por la corriente.
Alegranza es la isla más septentrional del archipiélago canario y, por lo tanto, el primer obstáculo con el que se encuentra la Corriente de Canarias, que deposita todos los residuos en la costa de orientación noreste. Además, al ser una isla deshabitada, todos los residuos son procedentes del mar, lo que la convierte en un observatorio privilegiado para estudiar las basuras marinas.
Uno de los datos más alarmantes de entre todos los obtenidos fue la enorme cantidad hallada de botellas de plástico PET, utilizadas generalmente como envase de agua o refresco, de las que se retiraron un total de 960 botellas en tan solo 100 metros de costa, lo que representa casi una cuarta parte de los plásticos recolectados. En España se utilizan unos 9 millones de botellas de agua diariamente, una gran parte termina en vertederos y muchas llegan al mar arrastradas por el viento o a través de los ríos.
La mayor parte de la basura marina recogida correspondió a objetos de uso cotidiano y a fragmentos de plástico de origen desconocido. Sin embargo, la actividad pesquera y el tráfico marítimo fueron una fuente importante de desechos marinos (20,2%). Aunque es difícil conocer el origen, la fuente y la vía de entrada de las basuras marinas, las etiquetas legibles de los envases proporcionaron información muy valiosa. En Alegranza, casi el 67% de las etiquetas legibles en las botellas indicaban como lugar de fabricación países asiáticos, lo que evidencia que provienen del tráfico marítimo en la región, ya que sería imposible que llegaran desde estos países arrastrados por la corriente.
Otra fuente de información importante la proporcionaron las etiquetas de las licencias de las trampas de langostas que se utilizan en la costa este de Estados Unidos y Canadá, y que ser recogieron tanto en Alegranza como en otras islas gracias a la colaboración ciudadana dentro del proyecto MICROTROFIC. Estas etiquetas estaban fechadas entre 1999 y 2018, lo que evidencia que recorren un largo camino desde Norteamérica y que llevan muchos años flotando en el océano.
Uno de los efectos más devastadores de la contaminación por plásticos es el daño que provoca a los ecosistemas y los organismos marinos. Las redes de pesca abandonadas o perdidas, conocidas como «redes fantasma», siguen a la deriva, dañando e incluso matando a muchos animales, incluidas las aves. Entre los residuos pesqueros encontrados en este estudio, destaca la gran cantidad de cuerdas, restos de redes y boyas que suponen una amenaza para las aves. Esto es particularmente preocupante en Alegranza ya que alberga especies protegidas, como el águila pescadora (Pandion haliaetus), el paíño pechialbo (Pelagodroma marina), la pardela cenicienta (Calonectris diomedea) y el halcón de Eleonora (Falco eleonorae).
La información obtenida en el presente estudio puede servir de base para identificar las posibles fuentes de residuos marinos y los objetos que más contaminan los mares y que, por tanto, deberían ser regulados por las leyes y políticas medioambientales, tanto a nivel global como español y europeo.
El artículo se puede descargar gratuitamente aquí [Pincha para acceder – Abre en nueva ventana]
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