¿Hay profesorado suficiente en la ULL?

Desde el grupo claustral Programa Alternativo para el Profesorado (PAP) queremos compartir contigo nuestra honda preocupación por lo sucedido a raíz de la decisión de la Junta de Facultad de Educación de paralizar el proceso de asignación de tutores de TFG en los títulos de Infantil y Primaria por la falta de profesorado y la saturación de las áreas. Esta decisión merece todo nuestro respeto y solidaridad con los compañeros y compañeras de Educación abocados a la misma, una decisión difícil y que no se pretende causar un daño al alumnado. Lo sucedido en la Junta de Facultad es sólo un síntoma de un problema que afecta al conjunto de nuestra Universidad: una parálisis sin precedentes en los procedimientos de gestión, contratación y sustitución de profesorado. Y muy preocupante también ha sido la reacción de la responsable de la institución, primero con un comunicado en redes y luego emitiendo una Resolución ante la que sólo cabe interponer recurso de reposición o contencioso administrativo en el juzgado, al tiempo que se envía a la Inspección al Centro. ¡Vaya! ¿Qué fue de la cultura del diálogo y de los procesos de negociación para establecer consensos?

Volvamos a la cuestión por la que nos preguntamos: ¿Hay profesorado suficiente? Es obvio que no, ya que, aunque la Rectora emitió el comunicado referido en el que afirma: “La Facultad tiene profesorado suficiente en todas sus áreas de conocimiento para abordar la asignación de docentes para los TFG”, otros miembros de su equipo de dirección han expresado en la prensa que “la ULL lleva viviendo una situación de déficit crónico de docentes desde hace muchos años, pero eso no ha sido un obstáculo insalvable para poder seguir desarrollando nuestras actividades docentes”. Contradicciones aparte ¿qué es lo que ocurre realmente?

Pues que hay profesorado suficiente a fuerza de explotar al máximo al que queda en activo eliminando las reducciones a las que tiene derecho por sus labores investigadoras y/o de gestión e impidiéndoles, en esa situación, continuar con su actividad investigadora, que, con 32 créditos de docencia o más, será nula. De ahí parten también las múltiples jubilaciones que se están produciendo, de forma anticipada a sus deseos, en un profesorado mayor que ve cómo año tras año sus condiciones laborales empeoran notablemente. Y no está dispuesto a seguir en esa situación que no le permite, en sus últimos años de trayectoria universitaria, culminar sus proyectos de investigación, dirigir las tesis que tienen comprometidas, formar al profesorado más joven, etc. A fuerza de incrementar también las cargas de trabajo de las figuras de Ayudantes Doctores cuyos contratos de 4 años, antes del acceso a CD, se convierten en un infierno por la necesidad de llegar a todo, limitando también su capacidad de dedicación a la investigación y al logro de méritos exigidos para continuar en la Universidad; aumentando la carga de Contratados Doctores, que ya no aspiran al acceso a la titularidad que ven cada vez más lejana e imposible. Además del goteo de Asociados, y CLI que entran y salen sin una perspectiva clara de futuro a pesar de estar invirtiendo dinero y esfuerzo en configurar CV cada vez más exigentes. Situación que a todas luces era previsible que ocurriera y de la que se ha advertido por los departamentos a este equipo de gobierno que lleva ya tres años gobernando. La política de profesorado derivada de las acciones y decisiones del equipo de dirección, por más que pretenda ofrecer una imagen de eficiencia y rapidez en redes y medios afines, es sencillamente caótica. Porque ¿cuál es el modelo de universidad que promueve el equipo actual? ¿un modelo exclusivamente docente?

Calidad docente, calidad investigadora, transferencia relevante a la sociedad, formación permanente y eficiencia en la gestión de los recursos. Éstas son básicamente las metas diarias que tenemos el profesorado de la Universidad de La Laguna. Además, hay un mensaje constante sobre la conveniencia de cumplir con los objetivos mencionados, todo para llegar a configurar una Universidad capaz de afrontar con garantías los retos que se le plantean y como institución pública, al servicio de la sociedad, ser un dinamizador de cambio y transformación social. Todo ello requiere de personas y que éstas tengan las condiciones apropiadas para desarrollar su labor. El modelo de universidad que se desee configurar depende en gran medida del tiempo que su personal pueda dedicar a las distintas tareas mencionadas; la docencia, la investigación, la transferencia, formación y la gestión.

Desde PAP creemos que el modelo de Universidad por el que debemos trabajar es aquel que fomente de forma equilibrada y heterogénea las distintas actividades que configuran la labor académica. Por ello, nos resulta preocupante la deriva del equipo de gobierno en su respuesta a la evidente falta de profesorado en distintas y numerosas áreas de conocimiento de la ULL. En un análisis de las distintas asignaciones docentes en distintas áreas, información pública y accesible a la comunidad universitaria, el equipo de gobierno admite, sin lugar a dudas, las necesidades de contratación de profesorado en distintas áreas. Por ejemplo, hay áreas con profesorado al máximo de carga docente (sin posible consideración de su actividad investigadora y/o gestión) y en las que el equipo actual reconoce la necesidad de contratar un ¡25% más de profesorado! Estamos convencidos de que el actual equipo de gobierno es consciente de tales necesidades, por ello su reciente reacción al problema generado por el déficit de profesorado en la Facultad de Educación revela tres hechos preocupantes: Primero, su fracaso en la gestión de los recursos disponibles para efectuar las contrataciones pertinentes que atiendan las necesidades docentes reconocidas en su propia planificación de asignación docente. Segundo, manifiesta una actitud poco apropiada que rompe con la idea de “un equipo dialogante y conciliador” para adentrarse en la nada productiva senda de la imposición. Y tercero, y más preocupante aún, al dar como solución al problema cada vez mayor de falta de profesorado, que la plantilla llegue a su máximo docente de 32 créditos, relegando así su investigación, su formación, sus esfuerzos en la trasferencia y las labores de gestión, es claro su mensaje, nos informa de su modelo de Universidad. Una universidad exclusivamente docente.

Es obvio que el equipo de dirección cree que las nuevas plazas sólo son necesarias cuando todo el profesorado esté completamente exhausto y dedicado sólo a tareas docentes. El argumento es el de siempre: no hay dinero. Pero, ¿faltan recursos económicos o es una mala gestión? Lo cierto es que la Universidad ha finalizado con superávit los últimos ejercicios y se han batido todos los records de retrasos, tanto en la materialización de las Ofertas Públicas de Empleo de cada año como en las coberturas de las contrataciones para necesidades docentes derivadas del POD. Los propios procesos de contratación de profesorado no han mejorado, todo lo contrario. Todo el mundo sabe que un nuevo contrato (con algunas excepciones si se tiene bolsa de sustitución de un proceso de contratación anterior) llevará con suerte alrededor de un año. La RPT del PAS continúa con serias carencias, y hay saturación de burocracias y procesos que exigen una urgente modernización para que sean eficaces y rápidos, responsabilidad también del equipo de dirección y la gerencia de la ULL. Nos sorprende que se comunique a la prensa que, para solucionar el problema del déficit de profesorado en las áreas con responsabilidad en el TFG de los títulos de Maestro en Educación Infantil y Primaria, se dispondrá de profesorado de forma inminente. Es una buena noticia, pero el escepticismo, cuando no la incredulidad, circula por los pasillos, aulas y despachos de nuestra casa.

El alumnado debe saber que su profesorado en la mayor parte de los casos está asumiendo muchos más créditos de los que les corresponden y que, sin embargo, sigue atendiendo sus compromisos docentes y no dejaría en la estacada a un alumnado a punto de graduarse. El profesorado de la Facultad de Educación y el de toda la Universidad vela por su estudiantado y no quiere ofrecerle tutores y tutoras para sus TFG cuya formación diste mucho de los contenidos de sus titulaciones, porque no se concibe el último trabajo de la carrera, en la que el alumnado debe mostrar las competencias adquiridas, como un mero trámite. Es en este contexto en el que debemos entender lo sucedido en la Facultad de Educación, a cuya Junta de Facultad, equipo decanal y conjunto de sectores afectados, incluido el alumnado, trasladamos nuestra comprensión y solidaridad. La solución a este problema no reside en resoluciones rectorales extemporáneas, comunicados amenazantes en redes sociales y aplicación del servicio de inspección. La solución parte de aceptar que estamos ante un síntoma de un grave problema de parálisis en la gestión y de dar un giro urgente a la política de contratación de profesorado, abordando las reformas internas necesarias para acelerar los procesos, en un marco de diálogo con las partes implicadas.

No es un problema de la Facultad de Educación: es un problema de la Universidad de La Laguna, provocado por la incapacidad de gestión de su equipo de gobierno. 

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