Más de 250 expertos en cetáceos de más de 40 países han firmado una carta abierta llamando a los líderes globales a que tomen acción urgente para enfrentar la situación peligrosa de muchas poblaciones de ballenas, delfines y marsopas (animales que colectivamente forman el grupo de los cetáceos) amenazadas en distinto grado, alguna de extinción, por actividades humanas dañinas, tales como pesca accidental, contaminación química, acústica, calentamiento global o colisiones con embarcaciones, entre otras. Una de estas personas ha sido Natacha Aguilar de Soto, docente e investigadora adscrita al Departamento de Biología Animal, Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna.
La carta completa puede leerse en la web de la Universidad de Pretoria. En ella, los científicos afirman que de las 90 especies de cetáceos existentes en la actualidad, más de la mitad están incluidas en los listados de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN) con alguna categoría de amenaza. El estado de conservación de muchas poblaciones locales e incluso especies a nivel global, es muy preocupante. Por ello es necesario que se tomen medidas concretas y urgentes de protección de las especies y sus hábitats.
Sin esta acción urgente, las especies en peligro de extinción crítico podrían desaparecer a corto plazo, como la ballena franca del Atlántico Norte y la marsopa Vaquita de México, de las que se estima que quedan tan solo unos 300 y 20 ejemplares, respectivamente, siguiendo al delfín del Yang Tze, que es la primera especie de cetáceo que se ha dado por extinta en tiempos históricos, en esta década, y parece haber abierto una senda de extinción para otras especies o poblaciones.
La carta de preocupación, firmada por científicos líderes en investigación de cetáceos de más de 40 países, avisa: “la falta de acciones concretas para enfrentarse a las amenazas que afectan negativamente a los cetáceos en nuestros océanos y grandes ríos, crecientemente contaminados y ocupados por actividades humanas, significa que muchas poblaciones de cetáceos, una tras otra, corren gran riesgo de extinguirse en nuestro periodo vital. Ballenas, delfines y marsopas son observados y disfrutados en todo el mundo y son valorados como especies inteligentes, sociales e inspiradoras. Son además centinelas de la salud de nuestros mares, océanos y en algunos casos, grandes sistemas fluviales. El papel de los cetáceos en el mantenimiento de sistemas acuáticos productivos, que son clave para nuestra supervivencia como seres humanos, además de para la suya, es cada vez más claro.”
El número de especies de cetáceos amenazadas es alarmante: la IUCN lista 13 especies como “en peligro crítico de extinción” o “en peligro de extinción”, siete como ‘Vulnerables’ y siete como ‘casi amenazadas’, mientras que otras 24 especies se clasifican como “Insuficientemente conocidas” y podrían también estar amenazadas (las siete especies catalogadas ahora como casi amenazadas se clasificaban como insuficientemente conocidas en la revisión anterior del listado de la IUCN). Además, hay 32 subespecies o poblaciones locales amenazadas desde vulnerables a en peligro crítico de extinción, como las orcas del estrecho de Gibraltar.
Ballenas, delfines y marsopas se ven afectados negativamente por muchos factores de impacto humanos, que actúan sinérgicamente desde nivel global a local. Los científicos reclaman a los países cuyas aguas albergan cetáceos que apliquen acciones de conservación inmediatas, reforzando el papel de la Comisión Ballenera Internacional y de la Convención de Naciones Unidas sobre Especies Migratorias, así como considerando la conservación de los cetáceos en los organismos de gestión pesquera nacionales e internacionales.
Reacciones
Natacha Aguilar de Soto, responsable de la investigación de cetáceos en libertad de la Universidad de La Laguna, es tajante: “Necesitamos apreciar que ballenas y delfines son clave para mantener la salud de los ecosistemas marinos, lo que a su vez es esencial para mantener la salud del planeta y con ella nuestra propia seguridad. Los océanos son los mayores controladores del cambio climático global y la principal fuente de proteínas para millones de personas en el mundo. Las ballenas tienen un papel ecológico relevante de fertilización de los océanos y con ello elevan la producción del plancton. El plancton absorbe el 40% del dióxido de carbono que producimos los humanos (el principal gas contaminante responsable del cambio climático) y genera el 50% del oxígeno que respiramos, además de ser la base de las redes alimentarias de los mares. Así, las ballenas, los mayores animales que han existido jamás, ayudan a los organismos más pequeños a regular el equilibrio del planeta. Como indica un informe del Fondo Monetario Internacional, salvar a las ballenas no es una cuestión de idealismo, es clave para preservar la seguridad de los seres humanos.”
La redacción de esta carta de preocupación fue coordinada por el investigador de la Universidad de Bristol y la Sociedad Humana Internacional Mark Simmonds, que afirma: “Mientras que algunas poblaciones de cetáceos están recuperándose tras la caza ballenera, demostrando que se pueden obtener resultados positivos de acciones de conservación concretas, muchas poblaciones e incluso especies a nivel global están en declive y algunas seriamente amenazadas de extinción. Esta carta de preocupación auna a científicos de todo el mundo para realizar una llamada de alarma sobre el estado de estos grandes depredadores marinos. La carta nació en el seno del comité científico de la Comisión Ballenera Internacional, donde se hizo evidente el consenso de los expertos en cuanto a la preocupación por el estado de conservación de muchos cetáceos. Es vital que actuemos desde ya para salvar a los mayores animales del planeta tierra. Que sea este un momento histórico en el que las evidencias de las serias amenazas que confrontan las ballenas estimulen una poderosa ola de acción de la sociedad: desde los políticos, científicos y artistas a todos los ciudadanos, para salvar los océanos.”
Fuente: ull.es