Resulta que la Academia, esa de Hollywood por la que se exaltan las películas y los actores más reconocidos, protege al agresor de una mujer que es atacada y discriminada por una condición especial debido a su enfermedad. Pero la entidad actúa ante la «intrusión» de su pareja (ya saben cómo actúa). Una pareja que tuvo el valor de frenarlo públicamente y arriesgar su vida profesional por proteger a su amada.
Pero hay más, mucho más. La parte del planeta más favorecida, acostumbrada a llevar la práctica bélica al «extrarradio», se alía con el vocero de las fábricas de armas norteamericanas para salvaguardar regímenes neonazis como el ucraniano y amenazar al país que liberó media Europa en la segunda guerra mundial, o colaboró en los procesos de independencia de muchas colonias africanas. Porque la realidad es que Rusia nunca participó del reparto colonialista y siempre defendió el derecho a la autodeterminación. Un derecho que debería ser uno de los pilares democráticos y hoy hasta se prohíbe en estados que se venden como ejemplares; y si cuesta creerlo, que les pregunten a los catalanes.
La cosa es que, animados por el bombero pirómano conocido como Biden, la Unión Europea y sus aliados fueron capaces de amenazar al gigante ruso, por la maniobra militar de liberación y freno del crimen contra la humanidad, que la ultraderecha y la oficialidad ucraniana cometían en la región de Donbass desde 2014. Amenazas de sanciones que no fueron otra cosa que un suicidio colectivo con resultados ya evidentes. A día de hoy, el dólar se ahoga y el euro se devalúa sin parar, lo que produce una inflación que pasa factura a los pobladores más débiles de la U.E. y EE. UU., mientras el gigante ruso es cada vez más fuerte.
En una entrevista publicada el 31 de marzo por el informativo de NTV (Alemania), la experta de la Fundación Ciencia y Política, Janis Kluge, asegura que «La economía está sufriendo, pero el presidente ruso puede esperar ingresos récord del negocio del gas y el petróleo en 2022» por encima de lo calculado antes de las sanciones impuestas por occidente y la política a que se ha visto abocada el Kremlin.
¿Hay algo peor que la inflación, o subida de precios, que sufrimos los que estamos dentro del cerco del imperialismo euro-norteamericano? Pues sí, sin duda, y no es solo esa política de cortar la libertad de expresión del otro bando, capando las redes sociales o prohibiendo directamente las informaciones oficiales que llegaban de rusia a través de sus agencias de prensa (algunas en español); es la parcialidad total de la prensa imperial, que parece obligada a actuar como gabinetes de información militares en época de guerra, y el desconocimiento de la realidad que ello imprime en el ciudadano de a pie y solo nos deja ver el mundo al revés.
Hay que indagar muy profundamente para saber de los laboratorios de guerra biológica que los norteamericanos tenían en Ucrania, del carácter neonazi del gobierno y seguidores de Zelenski: los de las actuaciones criminales que llevaban a cabo en Donbass, con el resultado de un genocidio para no olvidar del que ahora es cómplice también la U.E.
Aún se le puede dar la vuelta a esto, porque se trata de un sacrificio injustificable y antidemocrático. Nos han llevado a vernos inmersos en el proyecto del mundo monocolor que vende Norteamérica (aunque ellos y sus aliados no signifiquen ni el 15% de la población mundial), ante una realidad multicolor que expone el otro bloque y que está ahí, por mucho que se esfuercen en invisibilizarlos mediáticamente. En realidad, la culpa no es del conflicto bélico de Ucrania: el problema es haberse inmiscuido de mano del bando equivocado.
Insisto: o nos alejamos de la realidad y nos creemos el mundo que nos venden los Biden y compañía, y que no es otra cosa que el mundo al revés, con los costes que eso conlleva, o le aplicamos coherencia y le damos ya la vuelta a esto.
Pedro M. González Cánovas
Primeras letras impresas que verdaderamente reflejan lo que está sucediendo en Ucrania.
Bravo Pedro.
Cómo decía una murga legendaria, «Lo que por la tele vea, nunca, nunca se lo crea. Han sabido crear a un sujeto que se lo traga todo a pies juntillas, al que le da pereza pensar, cuestionar y crear un juicio propio, convinando la ignorancia y la manipulación, viendo en una sociedad podrida, corrupta y plegada al «beneficio» la unica manera «decente» de sociedad. Antiguamente las cosas sucedían porque dios o el diablo lo habían planeado y preguntarse el «por qué y el cómo de las cosas era pecado. Cinco siglos después seguimos validando este pensamiento, sólo cambiaron a dios o al diablo, por los poderes, los mercados, o cualquier otra palabra que identifique a los ricos. Estimado Pedro, no cambies esa línea crítica, en estos tiempos más que nunca, se hace necesaria.