La inmunidad innata, especialmente importante para la contención frente a la COVID

La médico inmunológa del HUC, Yvelise Barrios, explica los motivos de los distintos comportamientos de la enfermedad, la importancia de medir la respuesta inmune para el diagnóstico y el impacto en el sistema inmune del uso de las mascarillas

La respuesta Inmune en la SARS-CoV-2 está siendo objeto de mucho interés por parte de la comunidad internacional. Sabemos que ante una infección por cualquier virus, nuestro sistema inmunológico responde y en condiciones habituales lleva a la curación del individuo que ha sufrido la infección.

Para que esto suceda, se activa en primer lugar la conocida como Inmunidad Innata, con una serie de barreras (piel, secreciones enzimáticas presentes en las mucosas) y células como por ejemplo los macrófagos que se han mostrado que tienen un papel crucial en el caso de la COVID.

La médico inmunóloga del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias (HUC), adscrito a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, ha explicado durante la celebración de este encuentro digital de carácter técnico organizado por la Consejería de Sanidad con medios de comunicación, las causas de los diferentes comportamiento de la enfermedad.

En este sentido explicó que si la inmunidad innata “es lo suficientemente robusta, el virus es eliminado.” Señaló que, de forma coincidente, las alarmas que se generan ante la activación de esta Inmunidad Innata hacen que las células más específicamente dedicadas a la defensa del individuo se activen. Estas células están muy especializadas en eliminar virus, bacterias y otras agresiones (por ejemplo, células tumorales incipientes) en el individuo afectado. En este apartado se encuentran las células B que fabrican los anticuerpos, y las células T que son las encargadas de organizar toda la respuesta inmune adaptativa y eliminar directamente a las células infectadas.

Apuntó que “en el caso de la COVID parece que esta primera línea de inmunidad, la Inmunidad Innata es especialmente importante para la contención adecuada de la enfermedad y de hecho se han publicado algunos casos de pacientes jóvenes con enfermedad grave e incluso mortal donde se ha podido demostrar que alguno de los factores implicados en esta respuesta está genéticamente alterado, y por tanto, ha dejado indefensos a estos individuos frente a esta agresión. Sin embargo, la mayor parte de los pacientes jóvenes, con una inmunidad innata sana, son capaces de cursar la enfermedad con molestias leves o incluso pueden estar infectados y no tener ningún síntoma, o sea, la infección cursa de forma asintomática.”

Durante la exposición, Yvelise Barrios señaló que en el caso de los pacientes mayores, esta inmunidad innata por diferentes motivos no es capaz de contener la enfermedad en sus estadios más iniciales, y la agresión vírica provoca una hiperestimulación de la respuesta inmunológica. Dijo que actualmente que hay varios marcadores de gravedad que se pueden utilizar para distinguir aquellos pacientes que en el momento de acudir a los hospitales van a ser con mayor probabilidad los que vayan a cursar de una forma más agresiva.

La inmunóloga comentó que, intentando entender alguno de estos factores, fue como surgió el estudio multicéntrico de las unidades de cuidados intensivos de los diferentes hospitales canarios (La Candelaria, Negrín, Insular, Lanzarote, La Palma y coordinado por el Dr. Lorente en el HUC) que remitieron muestras de los pacientes graves ingresados en estas unidades para que en el Laboratorio de Inmunología del HUC pudieran estudiar unos genes, lo del Complejo Mayor de Histocompatibilidad, o HLA, “que sabemos que pueden estar relacionados con diferencias poblacionales a la hora de modular la respuesta inmunológica de los individuos. Entender con mayor precisión estos condicionantes es fundamental para podernos adelantar e intensificar los cuidados a aquellos pacientes que más lo necesiten”, subrayó

Medir la respuesta inmune para el diagnóstico

Durante este encuentro, la Dra. Barrios habló también de la importancia de medir la respuesta inmune para el diagnóstico así como de la dificultad que hubo en un primer momento en la detección de estos anticuerpos aludiendo a la necesidad de conocer muy bien los componentes proteicos del virus en particular contra el que se dirige esta respuesta.

Apuntó a que las prisas iniciales hicieron que muchos de los ensayos primeros no estuviesen apropiadamente diseñados y que, a medida que se ha ido conociendo mejor al virus, se ha podido contar con métodos mejores y actualmente esta medida se puede realizar de forma masiva usando diferentes métodos (tests rápidos o por ELISA)

La Dra Yvelise Barrios añadió que la medida de la respuesta inmune de anticuerpos está muy perfeccionada y que ya hay varios estudios donde se puede detallar el tiempo de respuesta requerido para tener un umbral de detección adecuado, el tiempo de duración, y fundamentalmente, “sabemos que una gran proporción de los individuos que han pasado la enfermedad tienen en sangre esta huella que nos permite identificarlos y que será la que podamos también buscar cuando tengamos las vacunas para saber si son efectivas o no.”

Pero esta huella de anticuerpos puede ir decreciendo (a diferentes velocidades en función de la cantidad inicial y del tipo de respuesta inmunológica que se desencadene en cada individuo) y hay personas que pese a haber tenido una clínica compatible con la COVID o ser convivientes de positivos, no somos capaces de detectarlos. En estos casos, ya hay varios estudios en los que se ha comprobado que la respuesta de los Linfocitos T se ha generado en ellos de forma robusta y específica, generando una respuesta inmune de memoria que será la que permanezca más tiempo y nos proteja de infecciones sucesivas.

Contar con métodos de medición de esta respuesta es objeto actual de investigación, puesto que las que tenemos disponibles son métodos sofisticados fuera del alcance de los laboratorios de Inmunología que están habitualmente en los hospitales.

El uso de las mascarillas y el sistema inmune

El uso de las mascarillas tiene un efecto protector directo porque evita que nos infectemos con virus procedentes de otros individuos pero además las evidencias más recientes apuntan a que este efecto puede no ser el único.

La Dra. Barrios afirmó durante el encuentro que “el uso de mascarillas de forma generalizada se ha asociado no sólo a menos infecciones, sino a una mayor cantidad de infecciones que cursan de forma asintomática.”

Esta atenuación en la clínica puede deberse a varias causas, pero entre ellas figura de forma relevante el hecho de que la cantidad de inóculo viral que se transmite entre individuos es mucho menor. Este efecto, que se conoce como variolización, hace que el sistema inmune del individuo contagiado por este inóculo viral pequeño sea más “manejable” y que produzca una respuesta inmune más adaptada a la agresión que está sufriendo y por tanto, no se produzca la hiperestimulación que ya dijimos previamente que se encuentra en la base de aquellas formas más graves de la enfermedad.

La inmunóloga recordó que este fenómeno de variolización fue acuñado en la época donde se inoculaba una pequeña cantidad de las pústulas de pacientes con viruela a individuos sanos, con la intención de que estos, en caso de verse expuestos a la enfermedad, hicieran una enfermedad más leve y que no les condujese a la muerte o secuelas graves de la misma.

Las evidencias epidemiológicas han sido revisadas en un artículo reciente publicado en el New England Journal of Medicine y su conocimiento hará que “el uso generalizado de mascarillas sea más relevante aún en las nuevas olas de enfermedad que aún nos quedan por afrontar hasta que tengamos una inmunidad poblacional que poco a poco nos vaya protegiendo en esta nueva pandemia que padecemos.”

La Dra. Yvelise Barrios finalizó diciendo que “el conocimiento y el avance científico estará en la base de todos los avances que nos permitirán convivir en adelante con este reto al sistema inmunológico y a nuestro modo de vida en sociedad.”

Source: gobiernodecanarias.org

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