El investigador Dr. Rayco Guedes Alonso, del área de análisis de contaminantes en muestras ambientales de la ULPGC, publica un artículo de divulgación científica en la plataforma ‘The Conversation’ titulado ¿Por qué puede empeorar la calidad del agua del grifo?
En este artículo, el investigador recuerda que el agua limpia es uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles establecidos por las Naciones Unidas y que, sin embargo, cada año mueren 5 millones de personas en el mundo por beber agua contaminada.
“La actividad humana se encuentra casi siempre tras la degradación de la calidad del agua, que puede ser debida a productos químicos utilizados en la industria, la agricultura o nuestra vida diaria; a la deforestación o al cambio climático”, indica.
“España, por ejemplo, cuenta con más de veinte órdenes, directivas y reales decretos que regulan desde los criterios sanitarios del agua de consumo humano hasta la reglamentación técnica específica para suministrar agua potable en un edificio. Todas las actividades involucradas en el proceso de potabilización están reguladas, lo que provoca que el agua del grifo cumpla una normativa mucho más estricta que la embotellada”.
Rayco Guedes destaca que “a partir de ese punto, somos nosotros los responsables de velar por la buena calidad del agua que vamos a consumir”. Por ello, tenemos que tener en cuenta si la instalación que poseemos es deficiente, por ejemplo, las tuberías de plomo prohibidas desde 1975, aunque aún quedan edificios con este tipo de instalaciones. Otro problema es el mantenimiento deficiente de aljibes o depósitos comunitarios que provoca filtraciones, crecimiento de algas o proliferación de microorganismos.
“También es importante ser cuidadosos si utilizamos algún sistema de filtrado u ósmosis inversa para beber agua del grifo. Si estos elementos no se reemplazan de forma periódica, tal y como indica el fabricante, pueden ser un caldo de cultivo perfecto de microorganismos”.
El investigador indica que “a pesar del boom de las aguas embotelladas de mineralización débil, todos estos elementos, comúnmente conocidos como minerales, son necesarios para el buen funcionamiento del cuerpo humano. Si su ingesta se reduce al consumir un agua de mineralización débil, será necesario obtenerlos a través de otros alimentos”.
“La presencia de algunos de estos minerales, como el calcio y el magnesio, se debe a la circulación del agua por terrenos ricos en estos elementos. Su concentración determina el nivel de dureza del agua”. Las aguas duras pueden provocar algunos problemas domésticos como depósitos de cal en las tuberías o mayor necesidad de calor para calentar el agua. “Sin embargo, los consumidores pueden estar tranquilos, ya que un agua dura no es un riesgo para la salud”.
Otro tema a tener muy en cuenta son las botellas de plástico como las que adquirimos en un supermercado: Ese plástico “no está diseñado para que lo reutilicemos. Por una parte, si rellenamos el recipiente sin lavarlo, habrá muchas posibilidades de que proliferen bacterias y otros microorganismos a niveles superiores a lo recomendable”.
“Por otro lado, al lavar la botella con productos químicos, puede que queden restos adheridos al plástico que provoquen que el agua adquiera un olor indeseado. Por eso lo ideal es apostar por materiales como el vidrio o el acero, fáciles de lavar, o por plásticos aptos para ser reutilizados”.
The Conversation España es el principal canal de divulgación del conocimiento que emana de las universidades. La ULPGC se adhirió en febrero de 2020 a esta plataforma, tal y como se ha auspiciado desde la CRUE-Universidades españolas. Los investigadores e investigadoras de la ULPGC han publicado más de 60 artículos en este canal, además de un editorial del Rector Rafael Robaina sobre los efectos colaterales del covid-19, en concreto sobre la gestión universitaria, en el boletín que edita diariamente la plataforma.
The Conversation cuenta con ediciones en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Francia, Indonesia y África, además de la edición en español, que se lanzó en el verano de 2018 y en poco más de un año ha logrado más de 20 millones de lecturas gracias a la republicación de los artículos en 170 medios de comunicación.
Todos los artículos publicados en The Conversation pueden volver a ser publicados, en forma impresa o digital, sin ser editados, asegurando que se atribuye a su autor, a su institución de referencia (universidad o centro de investigación), y mencionando que el artículo fue publicado originalmente en la plataforma.
<
p class=»text-right»>Source: ulpgc.es